Somos el producto de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de
nuestras palabras y nuestras acciones. Y de esto no podemos escapar. No podemos huir de nosotros mismos.
Somos algo mucho mas profundo y simple que la complejísima imagen que ven los demás todos los días. Lo verdadero de cada uno está en su interior. En el alma, en el corazón, en el cerebro, en los sentimientos.
¡¡La vida es pura bondad!! Nos da todo lo que necesitamos para vivir, pero queremos
más. Es simple, pero la complicamos. Es directa, nacemos, vivimos, morimos. Nosotros la descontrolamos, la matamos, la bifurcamos, la desviamos, la cambiamos, la esquivamos, la ignoramos, nos tapamos los ojos para no verla.
¡¡La vida es sabiduría!! Todo tiene un porqué, una razón de ser y estar y cada especie lo sabe. A nuestra especie humana nos es difícil encontrar esa sabiduría. Pocos llegan a tamaña espiritualidad encontrando la meta.
Nos da lecciones, a veces con trances muy duros, otros mas suaves. Pero todas nos dejan una enseñanza si vemos la vida con los ojos transparentes del alma.
Lecciones de las que vamos aprendiendo aunque no nos demos cuenta. Y lecciones de las que no aprendemos y reiteramos los errores. Somos humanos. Entonces volvemos a vivir para volver a aprender, para retomar el camino que no supimos recorrer y algunos vuelven a hacer oídos sordos. No importa habrá una nueva oportunidad. Siempre las hay.
Lecciones de las que vamos aprendiendo aunque no nos demos cuenta. Y lecciones de las que no aprendemos y reiteramos los errores. Somos humanos. Entonces volvemos a vivir para volver a aprender, para retomar el camino que no supimos recorrer y algunos vuelven a hacer oídos sordos. No importa habrá una nueva oportunidad. Siempre las hay.
Se va subiendo lentamente la Escalera de la Vida.
Este ascenso tiene su cuesta dura, empinada, tal vez aguda. Pero no nos debe agobiar la dificultad, es
tá puesta allí para enseñarnos qué somos y para qué estamos: para ser felices y hacer felices a los demás, para amar y ser amados, para ayudar y ser ayudados, para conectarnos con el otro y con sus necesidades.
Pero esta enseñanza puede ser durísima, terrible, agotadora. Si!, los seres humanos necesitamos lecciones impactantes para detener nuestra desenfrenada carrera por sobrevivir de forma egoísta, pendenciera, odiosa, rencorosa; para frenar la dosis de maldad que vamos adquiriendo y que desequilibra nuestras energías, que nos enferma y que también usamos contra el prójimo, mortificándolo, hiriéndolo.
Estas lecciones que encontramos a lo largo de la Escalera imaginaria que todos recorremos, están allí siempre, en mayor o menor medida, más
tarde o mas temprano aparecen. En esta Escalera nadie saltea escalones, a lo sumo podemos tomarnos un descanso en el rellano. Pero en algún momento vamos a dar un paso y nos tocará abordar el próximo escalón de la enseñanza, de la experiencia de vida. Esto es inevitable.
No evolucionaríamos como personas si no adquirimos estas experiencias. Cada uno acepta el reto como puede, o lo evita temporalmente.
A veces los retos nos caen como sopapos espectaculares que nos hacen despertar de golpe.
La vida siempre golpea duro al que está dormido. Pero a despertar también se aprende. Somos Vida, somos energía ¡¡estamos vivos!! y esta vida nos la dieron, el Dios o el misterio en quien cada uno crea, para usufructuarla, para hacer de ella algo provechoso. Entonces debemos actuar como vivos: debemos llorar, gritar, patalear, reír, suspirar, hablar, amar, perdonar, tomar, dejar, sentir.....
En definitiva ¡¡VIVIR!!
¡La Vida no nos castiga nunca! esto es imposible, no tiene maldad, no tiene dobles intenciones o intenciones ocultas, no se venga, solo pide que la valoren. La maldad, el rencor, el odio, el resentimiento son degeneraciones naturales de la raza humana totalmente necesarios para ver la otra cara. Si no tenemos la noche no distinguiríamos qué es el día. Si no conocemos lo malo, lo triste, lo feo, no podemos aprender qué es lo lindo, lo bueno, lo alegre.
Pero aprendamos a que somos nosotros los gestores de nuestra forma de vivir. Tenemos que ir distinguiendo y separando lo bueno de lo malo. Nunca le echemos la culpa a la Vida de nuestros pesares. Veamos dentro nuestro qué está mal, qué está desequilibrado, qué lección no aprendimos, qué materia desaprobamos, qué escalón evadimos, para entender porqué somos lo que somos.
Aprendamos a reconocernos en lo bueno y en lo malo para descartar de nuestro alma esto último.
Dejémonos guiar en el trance y en la bonanza por aquellos que ya aprendieron estas lecciones de vida. Cambiemos la mirada que tenemos del otro porque siempre hay quien nos hace un guiño brindándonos un poco de su sabiduría. Porque a pesar de nuestros desaciertos, todos somos sabios.
Abramos nuestra mente y nuestro corazón a las sensaciones positivas, a las personas que nos muestran la realidad y cerremos nuestros ojos y oídos a quienes, como diablos embusteros, nos adulan y nos dicen lo que nos gusta escuchar aunque sea lo equivocado.
Vivamos la Vida absorbiendo todo los que nos brinde como si fuera la única que tenemos y, para aquellos que creemos que hay vida más allá de ésta, aprendamos a guardar la experiencia para las próximas y llegar así a la plenitud espiritual.
Pero está en cada uno la decisión de seguir y aceptar lo que vendrá.
Sirva esto para que cada uno acepte el reto de la Vida , que es lo mejor que nos puede pasar. Sin ella, nada de lo que somos o tenemos sería factible.
SEAN FELICES!!
ANA DE SANTIS