Alguna vez, llegada mi vida adulta, estuve, en el perpetuo ambular por ella, al pie de un desafío donde se me daría a optar por conducirla hacia una de dos grandes y hermosas escaleras. El camino había dejado de ser común, abúlico, lleno de indicaciones. Había llegado al punto de reflexión y decisión común a todos. Ahora era el momento de crecer y para ello debía tomar un rumbo. Algunos le llaman “clic”, otros “despertar”, hay muchas denominaciones: guiño, inspiración, aviso, señal, llamado, etc., etc… Yo lo nombro “evolucionar”: transformar, cambiar, desarrollarse, progresar, crecer.
Cuando se llega a este punto de forma consciente, la incertidumbre por el futuro es inmensa pero abunda la energía para sortear esta etapa y afrontar el porvenir.
Y ahí me encontraba, frente a dos grandes y majestuosas Escaleras.
Una descendente, de pendiente suave, diseñada con peldaños bajos y amplios que evitan el cansancio, ágil de bajar, con grandes descansos para la observación, sin indicaciones, ni mensajes, ni directrices. Con algunas Salidas laterales bien demarcadas. Con mucho tránsito, suele encontrarse congestionada por lo que se torna lento el andar. En su suelo, entre nubes y algodones engañosos, se esconde un fango fresco que lentamente hunde los pies del caminante. Pero su blandura y frescura engañan al cansancio y al hastío. Resulta hasta agradable para los pies inexpertos.
Siempre resulta más fácil bajar que subir. El fango está ya muy diluido por generaciones y generaciones que lo transitan haciéndolo cada vez mas sutil.
Cuando se llega a este punto de forma consciente, la incertidumbre por el futuro es inmensa pero abunda la energía para sortear esta etapa y afrontar el porvenir.
Y ahí me encontraba, frente a dos grandes y majestuosas Escaleras.
Una descendente, de pendiente suave, diseñada con peldaños bajos y amplios que evitan el cansancio, ágil de bajar, con grandes descansos para la observación, sin indicaciones, ni mensajes, ni directrices. Con algunas Salidas laterales bien demarcadas. Con mucho tránsito, suele encontrarse congestionada por lo que se torna lento el andar. En su suelo, entre nubes y algodones engañosos, se esconde un fango fresco que lentamente hunde los pies del caminante. Pero su blandura y frescura engañan al cansancio y al hastío. Resulta hasta agradable para los pies inexpertos.
Siempre resulta más fácil bajar que subir. El fango está ya muy diluido por generaciones y generaciones que lo transitan haciéndolo cada vez mas sutil.
La otra Escalera asciende, escarpada, infinita, dura y difícil, de altos peldaños que agotan;
llena de citas y señales, de rellanos estrechos que también invitan a la contemplación del acto. Se la ve clara, transparente, que no esconde lo accidentado de su terreno, ni tampoco sus Salidas laterales que invitan a abandonarla. Claramente uno atisba que no será sencillo recorrerla pero alguna energía interna, una curiosidad extraña, hacen que se la quiera abordar.
En este punto de la bifurcación fui encontrando muchos compañeros de vida que en las mismas circunstancias se encontraron que yo y debieron optar.
Tuve una oportunidad maravillosa de frenar mi camino por unos breves instantes y ver, mientras otros seguían a paso firme.
O tal vez mi ángel protector detuvo mi camino, fugazmente, pero lo suficiente para que pudiera ver más allá de mí.
Observar a través de los mandatos de mis antepasados y de quienes, más adelante que yo, me incitaban a tomar por una u otra escalera, fue realmente inconsciente.
Yo opté por subir. Y después tomé conciencia de lo hecho.
La trepada es durísima, mucho esfuerzo, mucho trabajo, a veces se debe bajar algún peldaño para tomar envión y subir nuevamente.
Yo elegí mantenerme en esta Escalera. La que asciende en
Otros
complicado, menos comprometido, más fácil. Otros no fueron libres de elegir. Otros ni siquiera se percataron de esta oportunidad, ¿serán ciegos?. Ciegos de alma y de mente, se dedicaron a seguir a quienes les precedieron en el camino y lo emprendieron escaleras abajo. Tal vez no contaron con un ángel que los guiara.
Fui muy afortunada. A pesar de que mi camino inicial fue muy áspero y penoso, me considero afortunada. No guardo rencores ni odios y lo triste que viví no me cegó, no me insensibilizó ni me ensordeció.
En
Su paisaje es similar en todo su extenso recorrido de vida: comer, dormir, reproducirse, trabajar, comer, dormir…y esta facilidad hace que a veces no se puedan atender los avisos de SALIDA.
Los veo cayendo en el más profundo abismo en que puede caer el ser humano. Uno a uno los veo descender por una escalera interminable, la misma escalera infinita y humeante que durante varias generaciones nuestros ancestros fueron bajando lento algunos, pronto otros, hasta llegar a lo que hoy indigna.
Debajo, en esas profundidades, un gran patio los alberga y al llegar los sumerge la desidia, la indiferencia, la mediocridad, la chatura, la promiscuidad del cuerpo y del alma. Y eso me encrespa!. Les grito que salgan! Que elijan
¿Será que ahora ensordecieron también?
Muchos compatriotas están sumergidos en la desidia. Para ellos su prójimo, con quien transitan la vida, vale poco o nada. ¡Ya no atienden los pedidos de sus colegas, amigos, vecinos! Dá lo mismo hacer que no hacer nada, ¿será que ya no sienten?.
Pero no hay que olvidar las Salidas laterales. Están puestas por algo. Siempre hay una oportunidad de abrir alguna puerta, salir de ese mundo oscuro y monótono.
¡Siempre hay oportunidades que nos pasan por delante!
Y siempre hay quien recibe el don de despertar y tomar
Yo tomé la otra Escalera. Repentinamente tuve la sensación de que un fuerte empellón me arrojó hacia ella. Y subí. Todavía, a pesar de los años no logro descifrar qué o quien me impulsó, pero si tengo la certeza de que es lo que me mantiene viva. ¡Me siento viva!. Tengo pasión y amor por la vida.
Y seguí subiendo, y aún hoy continúo subiendo, porque esta escalera no tiene fin. No se busca llegar a una meta definida. Es tan indefinida como nuestro propio tiempo de vida. Se busca ascender, realimentándonos con la energía que empleamos en vivir. Pero esa energía que invierto en subir, en crecer, en evolucionar como persona es la que me mantiene viva. ¡Un hermoso circulo!
¡Y soy FELIZ!!
En esta Escalera ascendente sin fin la trepada se vuelve dura y como siempre hay alguien por delante que nos brinda una mano, su actitud invita a que yo la extienda a su vez a los que vienen a la par o más atrás.
En esta Escalera ascendente el pensar en el otro es una actitud de vida: alguien desinteresadamente alguna vez me ayudó. Yo tengo el deber de devolver esa ayuda. Y así la cadena de ayuda, de compañerismo, de solidaridad se hace cada vez más y más fuerte, más resistente a los embates de la subida.
Y la mirada feliz del otro, la sonrisa, la felicidad que uno recibe y brinda es la mejor recompensa.
Y ese otro no es más que algún amigo, un familiar cercano, un vecino, el compañero del trabajo de todos los días, nuestros hijos, esposos, o ese ser desconocido que nos atiende en algún mostrador.
Subir esta Escalera ascendente genera compromiso con uno mismo, con el prójimo y con la vida; hace brotar ideas, pensamientos, creaciones, todas positivas; el esfuerzo se ve compensado en que cada escalón se hace menos difícil y que cada peldaño es una porción de cielo ganado, de deber cumplido, de amor brindado, de felicidad brindada.
También hay salidas laterales en esta escalera. También hay quienes abandonan porque los vence la debilidad. Porque se frenan a observar la facilidad de los otros y deciden recorrer ese otro camino solitario, egoísta y falto de compromiso.
También hay descansos para el peregrino agotado que requiere una tregua, un alto, un balance.
A los que se sienten vencidos, les pido que ¡no abandonen!, un escalón más, día a día, que la gratificación por hacer las cosas bien, por hacer lo correcto, por ser mejores seres humanos es maravillosa.Ser mejores cada día nos gratifica el alma, el espíritu, la mente y el corazón.
Todo lo que va, ¡alguna vez vuelve!
Los pensamientos positivos, la actitud positiva, se nos compensa en energía positiva, en sabiduría, en alegría, en belleza, en paz.
La envidia, el rencor, el odio, la vagancia, la maldad, la energía negativa que a veces brota de algunos seres, solo se les devuelve en más de lo mismo: en más tristeza, en más enfermedad, en más dolor, en ignorancia, en mediocridad.
Quienes creen que recorren
Las bendiciones obtenidas en libertad, coraje, autonomía, ideales, felicidad, son muchos.
La experiencia de sentirse útiles, creativos, proactivos, plenos, en definitiva de sentirnos vivos, ¡es fascinante!.
No solo somos críticos de la realidad, sino que la creamos, la reformamos, la estimulamos. Somos hacedores de nosotros mismos. Somos directores y no simplemente actores de nuestra vida. Libres de criterio y obra.
Que no nos invada la desidia, ese mal en el que poco a poco muchos compatriotas se ven sumergidos y que nos vuelve impermeables al otro, al semejante.
SEAMOS LIBRES DE ELEGIR PERO SEAMOS SABIOS DE OPTAR POR SER MEJORES SERES HUMANOS CADA DÍA
QUE ESTO SIRVA DE REFLEXIÓN Y ¡ABRAN SUS OJOS, SUS OIDOS, SU PIEL Y SU CORAZÓN!.